«Abrazos: la forma más verdadera de dar y recibir.»
Carol Miller
La magia de los abrazos es que al dar uno recibimos otro. Un abrazo es símbolo de amor, seguridad, serenidad, apoyo, cariño. Un abrazo anima, llena de energía, un abrazo saca sonrisas, a veces incluso lágrimas de emoción. Un abrazo te reinicia por dentro. Hay abrazos que salvan, que hacen que las tristezas se vayan, que cicatrizan heridas, que reparan el alma y detienen el tiempo.
Hay abrazos de despedida, de esos que vemos en los aeropuertos, estaciones de tren, abrazos a aquellos que se van. Abrazos rotos porque no sabes en cuánto tiempo podrás repetirlos. El último abrazo a una persona que muere, un abrazo que no olvidas jamás. También hay abrazos de vuelta, de aquellos con quienes nos reencontramos, a los que no queremos soltar. De los abrazos más bonitos, aquél que nos dan cuando echan a correr con ímpetu al vernos llegar. Hay abrazos de grandes éxitos, de felicitación. Abrazos también en momentos de grandes tristezas, de «Vamos, levántate, ¡tú puedes!»
¿Cuánto vale el abrazo de una madre, un padre, un hermano, un hijo, un amigo, una pareja? Son abrazos invaluables, abrazos que van directo al alma.
Hoy te pido que abraces más, mucho más, abraza a quienes quieres sin razón, simplemente porque los quieres. Ellos necesitan sentirlo, necesitan saberlo. Si miras a tu alrededor verás que abrazamos demasiado poco.
Un pequeño ejercicio para que sientas el gran abrazo que te envío. Coloca tu mano derecha sobre tu hombro izquierdo, tu mano izquierda debajo de tu hombro derecho, aprieta fuerte. Es así cómo se siente un abrazo virtual, pero que va lleno de cariño, alegría y las mejores energías.
Con amor, Ana